El Diario de a bordo de Cristó bal Coló n -transcrito por Bartolomé de las Casas- nos descubre a un personaje fascinante y contradictorio, que pasa del entusiasmo a la desconfianza o a las especulaciones geográ ficas má s aventuradas (la confusió n, por ejemplo, de Cuba por Cipango, el nombre que los europeos daban a Japó n durante el Medioevo).
Sin embargo, aunque en su persona se mezclen la maravilla ante el mundo desconocido, el piadoso deseo de evangelizar a los salvajes y una manifiesta avidez de riquezas, Coló n fue un explorador y un navegante increí blemente visionario.
Ninguna aventura en la historia ha sido má s crucial que la llegada de la carabela Santa Marí a a las Amé ricas en 1492. Este acontecimiento supuso un extraordinario ensanchamiento del mundo. Para algunos incluso el comienzo de lo que hoy llamamos globalizació n y el encuentro de dos mundos que se ignoraban.
Pero, có mo se le ocurrió a Cristó bal Coló n el insensato proyecto de llegar a Oriente por Occidente? Y, sobre todo, có mo consiguió convencer a los Reyes Cató licos para que financiaran la aventura? A pesar de la incredulidad y de las reservas de los polí ticos y los cientí ficos de la é poca? El Diario de a bordo de Coló n nos relata las vivencias de su hazañ a.