Recuerdo que en cierta ocasió n tuve en mis manos un ejemplar de la Gaceta Imperial de Pekí n, y al revolver sus finas hojas de papel de arroz, entre las apretadas columnas de misteriosos caracteres, só lo encontré dos anuncios comprensibles por sus grabados: el que llaman vulgarmente tí o del bacalao, ó sea el marinero que lleva á sus espaldas un enorme pez, pregonando las excelencias de la Emulsió n Scott, y una botella de largo cuello con la etiqueta 'Vichy-É tat'.
Pocas empresas en el mundo habrá n hecho la propaganda que la Compañ í a Arrendataria de las aguas de Vichy.
Circulan por las calles de la pequeñ a y elegante ciudad francesa los pesados carromatos cargados de cajones, camino de la estació n del ferrocarril. Marchan las botellas alineadas en apretadas filas al salir de Vichy, para luego esparcirse como una esperanza de salud. Adonde van? . . .