Un can~o n caliente en la nuca. Las pinturas olvidadas de un monasterio budista. Una sobredosis. Un amigo que te propone ser monaguillo. El repicar de las campanas. Una noche de desenfreno. El anuncio de un perio dico.
Dios no actu a en serie. Se manifiesta a cada uno de forma u nica, artesanal, siguiendo los caminos mäs insospechados, incluso en medio de tormentas que parecen arrasarlo todo.
Stephen, Nalin, Alek, Mirza, Bert, Junior y Ani bal conocen la sed. Han probado el agua turbia de los charcos que la vida les ofreci a, pero han descubierto que solo hay una fuente capaz de colmar los anhelos mäs profundos del alma: confiar y esperar en la providencia.