Una mujer baja una escalera. La mujer está desnuda, su cuerpo es pá lido, el vello del pubis y la cabellera son rubios. Frente al fondo gris verdoso de una escalera y unas paredes difusas, se presenta ante el observador con una levedad en suspenso. Al mismo tiempo, con sus piernas largas, sus caderas redondeadas y plenas y sus firmes pechos, posee una gravidez sensual. É sa es la figura que aparece en un cuadro del cotizadí simo pintor Karl Schwind. El protagonista y narrador de esta novela lo contempla fascinado en un museo. La fascinació n tiene un doble origen: la obra llevaba dé cadas desaparecida, y ademá s formó parte de la vida de quien nos cuenta la historia. Es un lienzo que conecta el presente con el pasado, cuando é l era un joven e ingenuo abogado y le asignaron un caso que nadie en el bufete querí a llevar. Un caso cuyo centro era ese cuadro. Estaba deteriorado, dañ ado, y habí a una disputa entre el propietario el millonario Peter Gundlach, el pintor y la mujer retratada Irene Gundlach, la joven esposa del millonario. Y el inexperto abogado se vio envuelto en esa historia triangular en la que no fue un mero testigo. . . Con su prodigiosa capacidad para narrar de un modo sencillo y á gil lo complejo, para penetrar con sutileza en los recodos má s secretos del alma humana, Bernhard Schlink nos regala una novela sutil y prodigiosa que habla del amor, el arte, el engañ o, la obsesió n, la posesió n y la pé rdida, el dolor, el peso de los recuerdos y las oportunidades perdidas. De las pasiones y ardides alrededor de un valioso cuadro que representa a una mujer desnuda bajando una escalera.