La filosofí a emerge de las profundidades cuando se le ofrece la posibilidad. No se trata de un ejercicio artificioso, ni de una operació n accidental que se incrusta en el ser humano de manera aparatosa por ví a de la educació n. La pregunta por el sentido de la existencia, por lo que realmente dota de valor la vida humana está , en germen, en todo ser humano. No es un lujo para ociosos, ni tampoco una actividad esté ril en cuanto a sus resultados y beneficios. Da respuesta a una necesidad fundamental del ser humano.