Marí a Blanchard nos pinta pobres seres meditativos, bien sean hombres, mujeres o niñ os, envueltos muchos de ellos en una atmó sfera melancó lica pró xima a la ternura. Tiene para sus criaturas una fisonomí a propia. Los personajes de sus cuadros pertenecen todos a una misma raza: nariz ancha, labios gruesos, tiernamente sensuales; ojos tristes, brillantes; cuello cortoà Escrita en 1941, esta es la primera monografí a dedicada en Españ a a Marí a Blanchard. Se la debemos a Marí a Laffitte y Pé rez del Pulgar, condesa de Campo Alange, escritora y crí tica de arte, defensora de los derechos de la mujer y fundadora, en 1960, del Seminario de Estudios Socioló gicos de la Mujer.