Esto no es un manifiesto. Los manifiestos ofrecen un atisbo de un mundo por venir y engendran a su vez el sujeto que, no siendo má s que un espectro, debe materializarse para tornarse en el agente del cambio. Los manifiestos funcionan como los antiguos profetas, quienes mediante el poder de su visió n creaban su propio pueblo. Los movimientos sociales de hoy han invertido ese orden, haciendo que los manifiestos y los profetas se vuelvan obsoletos. Los agentes del cambio ya han salido a las calles y han ocupado las plazas, no solo amenazando y derrocando a los gobernantes, sino tambié n haciendo aparecer visiones de un nuevo mundo. Tal vez lo má s importante sea que las multitudes, mediante sus ló gicas y sus prá cticas, sus lemas y sus deseos, han declarado un nuevo conjunto de principios y verdades. Có mo puede tornarse su declaració n en la base para la constitució n de una sociedad nueva y sostenible? Có mo pueden guiarnos esos principios y verdades para la reinvenció n del modo en que nos relacionamos unos con otros y con el mundo? En su rebelió n las multitudes deben descubrir el paso que conduce de la declaració n a la constitució n.