Aunque ilegales, las partidas de pó quer siguen siendo uno de los entretenimientos preferidos en las madrugadas de la Bulgaria de 1960. El narrador ; un descreí do y cí nico periodista; ha diseñ ado junto a su compañ ero un intrincado sistema para desplumar a sus rivales durante la timba, una estrategia no muy diferente a la de escribir para la prensa deslumbrantes perfiles de los é picos trabajadores socialistas. Ambas son un producto de la hipé rbole y la ilusió n, un juego de manos sin escrú pulos ni concesiones, con la victoria como objetivo incuestionable.
El conflicto entre la libertad individual y la garra de acero del sistema produjo en el bloque sovié tico una tensió n que, en palabras del nobel Czeslaw Milosz, solo era posible sobrellevar mediante el ketman: esa habilidad psicoló gica para representar con fervor una identidad en pú blico mientras se mantiene otra radicalmente opuesta en privado. Nunca el distanciamiento de Má rkov respecto a la corrupció n y los absurdos del ré gimen comunista bú lgaro alcanzó mejor expresió n que en esta atmosfé rica obra maestra de la novela breve.