Ha pasado ya má s de una dé cada desde que la crisis de 2008 acabara de resquebrajar el mundo surgido tras la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces los esfuerzos por clarificar este horizonte convulso y aparentemente ininteligible siguen dando escasos resultados. La desorientació n se extiende en los á mbitos polí ticos y en los econó micos ante las amenazas que impone un entorno caracterizado por graves tensiones medioambientales, por el desafí o de la robotizació n e informatizació n y la inteligencia artificial, por los flujos migratorios, por el calentamiento global, por la irrupció n de la extrema derecha o por la creciente desigualdad e injusticia global. Todos los datos apuntan a un 'agotamiento sisté mico' cuyo sí ntoma má s evidente es el cansancio que parece mostrar el capitalismo desde hace má s de una dé cada.
En este contexto, resulta en extremo optimista dar por asumidos logros culturales, polí ticos y civilizatorios que se creí a consolidados hasta hace poco, por lo que vale la pena repensar de manera radical para las pró ximas dé cadas los supuestos (econó micos, ecoló gicos, geopolí ticos, culturales, pedagó gicos) asumidos acrí ticamente como teló n de fondo de nuestras vidas. Porque incluso si, como muchos sospechan, estamos ante el amanecer de un sistema completamente distinto al que conocimos, no hay garantí as de que lo que finalmente acabe por triunfar se parezca má s a nuestros sueñ os polí ticos que a nuestras pesadillas. Lo fascinante de la encrucijada a la que nos enfrentamos es que sabemos que el pasado quedó atrá s para siempre y no volverá , pero aú n no somos capaces de vislumbrar qué será lo que lo sustituya.